sábado, 18 de setembro de 2010

Mulher rural brasileira é exemplo na agricultura do dendê

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Brasileña es ejemplo de la pequeña agricultura de palma

Por Mario Osava, enviado especial
18/09/2010 07.19.12 GMT

MOJU, Brasil, sep (IPS) - "No es trabajo para mujeres", le decían, pero Benedita Nascimento se destaca ahora como el mejor ejemplo de éxito de un programa de agricultura familiar vinculado al cultivo de palma aceitera en la parte oriental de la Amazonia brasileña.

"Hace ocho años no conocía el ‘dendê’", como llaman en Brasil a la palma africana. "Vendía a precios injustos harina de mandioca (yuca) a intermediarios", recordó la campesina, cuyo testimonio fue el más aplaudido en la II Conferencia Latinoamericana de la Mesa Redonda del Aceite de Palma Sustentable, celebrada entre el 24 y el 27 de agosto en Belém, la capital del estado de Pará.

Ganaba unos 170 dólares mensuales, "como máximo". La palma le asegura siete veces más ingresos. Incrédula ella misma, Nascimento mostró una factura de julio que registra la venta a la empresa Agropalma de un monto equivalente a más de 2.500 dólares por los racimos de esta oleaginosa de los que se extrae el aceite.

La empresa, que controla dos tercios de la producción del aceite de palma en Brasil, descuenta en cada pago el abono anticipado, la amortización del préstamo bancario y otros insumos y servicios, como parte del programa de pequeños agricultores que impulsa junto con el gobierno de Pará.

Pero el "alivio de la faena" es algo que Nascimento valora más que el ingreso, asegurado por un contrato de 25 años con la empresa.


La tarea anual de tumbar malezas, quemarlas, preparar la tierra, sembrar mandioca, limpiar y cosechar, en un ciclo sin fin y sin perspectivas, la tenía hundida en el desaliento. "Pensaba irme", como muchos vecinos, confesó a IPS en una visita a su vivienda en la zona rural del municipio de Moju, a unos 200 kilómetros de Belém.

La palma solo le exige a ella, su nuevo marido y un hijo de 18 años, dos o tres días de tarea cada quincena para cortar y carretear los frutos. También cada seis meses hay que podar los árboles y limpiar y fertilizar el suelo.

Con eso, los agricultores familiares como Nascimento superan el rendimiento de las 39.000 hectáreas de palma que cultiva directamente Agropalma, de 22 toneladas anuales por hectárea.

Los tres primeros años sí fueron duros. Sin cosecha y con un trabajo arduo para cuidar el crecimiento de las palmas, además de los gastos en semillas, abonos y equipos, que fueron financiados por la empresa y el Banco de la Amazonia, una institución estatal de fomento.

Y antes estuvo la incertidumbre de si la empresa aceptaría contratar a una mujer sola, con dos hijas adolescentes, que ahora viven fuera, y el benjamín que entonces tenía 10 años. Del primer marido no tiene noticias. El segundo, padre del hijo que la ayuda y estudia la secundaria en una población cercana, fue asesinado en un barco que transportaba madera. El tercero vino después de la palma.

"No nací para servir de burro a ningún hombre", se define Nascimento. Advierte de su "intolerancia ante los desafueros" masculinos, para "mala suerte de mis maridos", y remata con un estallido de risa.

También debió sortear la desconfianza sobre el negocio que le ofrecían. "Agropalma tomará sus tierras, los convertirán en esclavos, eso no es cultivo para pobres", decían miembros de sindicatos agrícolas opuestos al programa.

El auge de la palma, sobre todo para producir agrocombustibles, soporta muchas críticas de insostenibilidad social y ambiental, por la deforestación que provocó en países asiáticos.

Nascimento no desmayó y ganó uno de los primeros 50 lotes, distribuidos en 2002. Su liderazgo la llevó a presidir entre 2007 y 2009 la Asociación de Desarrollo Comunitario del Ramal do Arauaí, que representa ante Agropalma a parte de las 185 familias que cultivan el dendê en parcelas de 10 hectáreas.

Su ejemplo cundió, y ahora la producción de 36 lotes está encabezada por mujeres, que se ayudan y asesoran entre ellas, "porque todas tenemos familias detrás y queremos ser las más exitosas por nuestros hijos, así que nos transmitimos conocimiento y apoyo".

El programa incluye a habitantes rurales pobres, cuyos ingresos dependen de la agricultura en al menos 70 por ciento. Después de 25 años, promedio de edad productiva de la palma, la parcela pasará a su propiedad y libre uso.

Para las tres primeras etapas del programa, entre 2002 y 2005, el gobierno de Pará aportó tierras a las 50 familias beneficiadas en cada una, vecinas de la hacienda de Agropalma.

La cuarta etapa incorporó a 35 familias asentadas por el Ministerio de Desarrollo Agrario a 20 kilómetros de distancia. Otra mujer, Raimunda da Costa, preside la Asociación de Pequeños Agricultores de Água Preta, que agrupa a los productores de esta fase.

"Cuando tenemos apoyo, las mujeres no tenemos freno", dijo a IPS. "Quiero que mi ejemplo sirva a otras", añadió.

Hilda Paiva da Silva, de 44 años, aún enfrenta problemas en su lote. Obtiene unos 580 dólares al mes, pero casi la mitad se le va en pagar préstamos. Y con lo que queda no puede subsistir con seis hijos a su cargo.

La parcela estaba a nombre de su ex marido, a quien "nunca le gustó el dendê" porque para él generaba "solo deudas" y lo descuidó, aseguró Silva a IPS.

Cuando el hombre se fue en 2008, transfirió el contrato a su hermana, Nascimento, quien la ayudó a producir un año después. Silva está en plena lucha para no caer en el 10 por ciento de fracasos que registra el programa.

Pero heredó el lote sin herramientas ni un burro para trasladar la producción, así que cuando la cosecha cae, sus ingresos vuelven a depender de la harina de mandioca, que da mucho más trabajo y muy poca renta, se quejó.

La palma exige un "trabajo intensivo", permanente combate a las plagas y un alto rendimiento para cubrir los préstamos que se acumulan y cuya amortización es automática a la venta de los frutos a Agropalma, que obtiene biodiésel y también abastece la industria alimentaria y cosmética.

En 2009, la crisis financiera mundial hizo caer casi a la mitad el precio internacional del aceite, referencia para los pagos de Agropalma, observó Nascimento, que vive en una finca a orillas de un riachuelo y a un kilómetro de Arauaí, un pueblo de unas 30 casas.

Agropalma tiene 4.748 empleados, de los que 830 son mujeres, la mayoría recolectoras de los frutos que caen al suelo cuando se separan de los racimos desde alturas de hasta 12 metros.

Ellas "a veces ganan más que los hombres" que cortan los racimos, porque a los cosechadores se los remunera por producción, además del salario mínimo brasileño de unos 300 dólares, explicó Flavio Trindade, gerente de producción agrícola de la empresa. (FIN/2010)

Extraído de IPS Noticias



O dendê - Palma busca expiar pecados originais

Por Mario Osava, enviado especial
Tailândia, Pará, 14/9/2010

“Melhor o dendê do que o gado”, diz a camponesa Violeta dos Reis, que cozinha e serve refeições no bar que mantém com seu marido no povoado de Arauaí. Nos arredores, abre-se um novo mundo para pequenos agricultores pobres do Brasil. O motivo é econômico. O dendê – nome brasileiro da palma africana – “dá mais futuro”, afirma Violeta. Por isso seu marido, Florisvaldo, comprou, por R$ 14 mil, dez hectares plantados com palma em um projeto de agricultura familiar integrado à empresa Agropalma.

O argumento também poderia ser ambiental. Ao longo da rodovia PA 150, entre as cidades de Moju e Tailândia, as plantações de palma constituem uma monótona paisagem em dezenas de quilômetros do nordeste do Pará. A monocultura causa impacto em quem espera ver a exuberância e a diversidade da selva neste pedaço da Amazônia oriental. Antes e depois das plantações de palma, o panorama tampouco é “amazônico”.

Extensas pastagens e terras degradadas comprovam que a palma está se expandindo em uma área que já sofria amplo desmatamento. A extração de madeira e a pecuária, além da exploração de carvão vegetal, destruíram muitas florestas por estes lados. É a região escolhida pela Agropalma, a maior produtora de óleo de palma da América Latina, para plantar, desde 1982, uma das três espécies de palma, a africana (Elaeis guineensis), em 39 mil hectares.

Na primeira década, a monocultura avançou sobre florestas nativas, reconhece seu diretor comercial, Marcello Brito. Depois, a empresa adotou princípios de responsabilidade social e ambiental. Além de manter 64 mil hectares de reserva florestal, destina 10,5% de sua área plantada ao cultivo orgânico certificado e mantém várias iniciativas a favor da biodiversidade e contra o desmatamento.

A Agropalma é membro ativo da Mesa Redonda do Óleo de Palma Sustentável (RSPO, sigla em inglês), um fórum fundado em 2004 por empresas produtoras, comerciantes e consumidoras de óleo, organizações ecologistas e investimentos, para promover e certificar a sustentabilidade ambiental e social do produto. Como vice-presidente da RSPO, Marcello foi o anfitrião da sua II Conferência Latino-Americana em Belém, capital do Estado do Pará, realizada de 24 a 27 de agosto, quando foi defendida a expansão sustentável deste vegetal na região, evitando os “erros” cometidos na Indonésia e na Malásia.

Esses dois países asiáticos concentram 85% da produção mundial de óleo de palma, que acaba de se converter no mais consumido, superando o da soja, e com múltiplos usos na alimentação, cosmetologia e energia. Mas ali esse crescimento foi obtido à custa de um vasto desmatamento e da invasão e remoção dos depósitos naturais de carvão fóssil, que liberaram grandes emissões de gases-estufa. A RSPO tem a difícil missão de expiar esse pecado, com uma limitada adesão asiática.

A primeira conferência latino-americana da RSPO, em 2008, na Colômbia, país que é o maior produtor regional, provocou uma declaração assinada por 259 organizações sociais e ambientais de todo o mundo, condenando a monocultura da palma como ameaça às florestas e ao clima, a “milhões de indígenas” e camponeses e à segurança alimentar. A RSPO é um instrumento “do negócio” e não está destinada a “conter seus impactos ambientais e sociais”, critica essa declaração.

Por outro lado, na Amazônia brasileira, a palma tem funções bioquímicas similares às florestas naturais, além de reduzir a erosão e o gás carbônico, afirmam cientistas brasileiros. É um “cultivo complexo” mas benéfico para o meio ambiente e “mais barato do que restaurar as florestas nas terras já degradadas”, disse Marcos Ximenes, ex-reitor da Universidade Federal do Pará e diretor do Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia. “Muito melhor do que o boi”, disse, concordando com Violeta dos Reis.

Neste país, seguindo os critérios da RSPO, a ambição da expansão do dendê da mão da pequena agricultura conta com apoio oficial, especialmente em créditos brandos do Programa de Produção Sustentável de Palma de Óleo no Brasil, anunciado em maio pelo presidente Luiz Inácio Lula da Silva. A meta é duplicar a área plantada e incorporar 12 mil agricultores familiares à atividade nos próximos quatro anos.

Entretanto, fala-se em um milhão de hectares, mais de dez vezes a superfície atual, porém, quase nada em comparação aos 31,8 milhões de hectares considerados aptos para este cultivo por um recente estudo nacional. Em todo o mundo, estima-se que a palma ocupe hoje em dia 12 milhões de hectares. O Brasil produz pouco mais de 200 mil toneladas anuais de óleo de palma, 0,5% do total mundial, e importa uma quantidade similar para atender o consumo interno.


A Petrobras implementou dois projetos para produzir biodiesel de óleo, um deles em Portugal. O plano prevê 2.250 famílias cultivando palma, além de médios e grandes agricultores, todos assentados no Pará, que já concentra 90% da produção brasileira desse óleo. A Vale, uma das maiores exportadoras mundiais de minério de ferro, também anunciou que implantará seis polos de palma no Pará, para obter biodiesel destinado ao consumo de seus meios de transporte, que incluem várias ferrovias e portos.

Os planos de incluir agricultores familiares baseiam-se na experiência da Agropalma. Entre 2002 e 2006, a empresa incorporou 185 famílias como produtoras associadas, em lotes de seis a dez hectares cedidos por órgãos governamentais. Os beneficiados são pequenos produtores locais que devem manter suas plantações tradicionais, como milho e mandioca, já que a colheita de palma ocupa apenas entre quatro e seis dias de trabalho por mês. O casal Reis entrou no projeto há três anos, adquirindo o contrato de um sócio original para a venda de sua colheita à Agropalma durante 25 anos, tempo de vida da palmeira. Além disso, cultivam outras terras e exploram o comércio em Arauaí.

Este esquema muda a vida dos camponeses, proporcionando uma renda mensal, mas eles precisam ter visão de longo prazo. A palma exige muitos cuidados e não produz nada nos três primeiros anos, durante os quais só cresce a dívida do produtor associado, somando gastos com sementes, fertilizantes e equipamentos, que deverá pagar mensalmente quando começarem as colheitas. Há quem não consegue se adaptar a este sistema e quebra.

“Não planejam o tempo destinado à palma e a outros cultivos, deixam crescer o mato e desanimam”, resumiu Francisco Damião, supervisor de campo na agricultura familiar. De fato, há plantações quase abandonadas em algumas áreas. Mas a maioria dos camponeses associados elevou sua renda, mesmo pagando suas dívidas. Benedita Nascimento, a quem a Agropalma tem como exemplo de sucesso, garante que sua renda mensal passa de R$ 2 mil, soma “inimaginável” para uma família camponesa local. Violeta disse que a palma rende R$ 1,5 mil líquidos.


floresta plantada de palmeiras de dende Agropalma
foto Luiz Maximiano

Em suas próprias plantações e unidades industriais, cinco de extração do óleo bruto e uma de refino, a empresa tem 4.748 empregados. Aqui também houve pecados: cerca de 3.500 trabalhadores eram subcontratados, como forma de evitar os direitos trabalhistas, até que o Ministério Público interveio em 2007 e conseguiu um acordo para a contratação direta, disse à IPS o sindicalista Manoel Evangelista da Silva, diretor de assalariados do Sindicato de Trabalhadores Rurais de Tailândia, o município onde fica a sede da Agropalma.

Apesar de tudo, trata-se de uma “excelente companhia que trouxe benefícios diretos e indiretos” para as comunidades locais, aumentando a renda e, ultimamente, a atenção com seus trabalhadores, disse o sindicalista. Envolverde/IPS


FOTO - Crédito: Mario Osava/IPS
Legenda: Um jovem transporta em um burro sua colheita de frutos e racimos de palma.

Fonte: IPS/Envolverde
14.09.2010

Extraído de Espaço Ecologico no Ar
Copiado também em Jus Brasil



A polêmica do dendê

A polêmica do dendê para além da moqueca
Leonardo Sakamoto - 06/06/2010

Meus amigos do Espírito Santo e da Bahia não se entendem quanto a qual moqueca é mais saborosa: a tradicional, feita na Boa Terra, que leva azeite de dendê, ou a capixaba, mais leve, cozida sem dendê. Na dúvida, fico com as duas.

Mas o fruto dessa palmeira, que tem um lugar de destaque em nossa culinária, está no centro de uma outra polêmica, que pode causar uma bela indigestão para o meio ambiente e as comunidades tradicionais se não tratada de maneira certa.

O governo federal irá lançar, nesta semana, o seu plano para safra 2010/2011 com linhas de financiamento especiais para produtores que quiserem recompor áreas desmatadas ou que desejam produzir matéria-prima para agrocombustíveis, como o dendê.

Elaeis guineensis (dendezeiro)

Aí reside o problema. O dendê tem sido duramente criticado por organizações da sociedade civil em todo o mundo por promover desmatamentos e expulsão de pequenos agricultores. Já desterrou gente na Indonésia, Malásia, Papua Nova Guiné, Filipinas, Camarões, Uganda, Costa do Marfim, Camboja, Tailândia, Colômbia, Equador, Peru, Guatemala, México, Nicarágua e Costa Rica. Tratado como “herói da economia” pelo mercado mundial (se os usineiros da cana são “heróis” para o nosso presidente, o dendê tinha que ser herói para alguém…), a palmácea tem a maior produtividade de óleo por hectare dentre todas as oleaginosas comerciais.

O dendê tem espaço consolidado no abastecimento das indústrias alimentícia e cosmética da Europa, do Japão e dos EUA, e sua utilização para produção de biodiesel, destinado sobretudo ao consumo interno dos países de origem, tem crescido à medida que é usado como mecanismo regulador dos preços internacionais do óleo bruto. Porém, a valorização ascendente do óleo de dendê acabou causando uma catástrofe ambiental e social nos países acima mencionados.

Por aqui, o dendê ainda não teve seu papel ou seu impacto definidos. Do ponto de vista biológico, o dendezeiro tem características que o tornam uma espécie apropriada em processos de recuperação de áreas degradadas na Amazônia e, do ponto de vista social, a cultura tem revelado potencial de geração de empregos, já que todo o seu manejo é manual. Cultivado mais extensivamente no Pará e no Sul da Bahia, o ele ainda não está na lista dos grandes vetores do desmatamento ou dos conflitos socioambientais por aqui.

Esta situação pode mudar com a aprovação de uma alteração no Código Florestal, que permitirá, entre outros, a recuperação das reservas florestais na Amazônia (80% da área das propriedades rurais) com espécies exóticas, incentivando a produção. O que pode ser uma dor de cabeça, uma fez que as áreas degradadas não são contínuas, e a implantação de grandes projetos de plantio poderia levar a desmatamentos das faixas intermediárias de floresta. Os impactos de uma dendeicultura massiva sobre um bioma tão megadiverso como a Amazônia também não foram mensuradas ainda, assim como são imprevisíveis os efeitos sobre as comunidades tradicionais e sobre a agricultura familiar da região.

As características positivas poderiam fazer do dendê uma alternativa econômica bem-vinda para a agricultura familiar, se cultivado em sistemas agroflorestais, em pequena escala e de forma autônoma. Mas esta não parece ser a opção prioritária das políticas públicas. Não obstante sua alta rentabilidade, o cultivo de dendê em larga escala tem um alto custo de implantação e manutenção, modelo que tende a transformá-lo em exclusividade do grande agronegócio, com eventuais projetos de integração da agricultura familiar.

O Programa de Produção Sustentável de Palma de Óleo, lançado pelo governo no mês passado, estabelece as diretrizes para o plantio e o financiamento do produto em pequenas, médias e grandes propriedades. O programa, que também gerou um projeto de lei enviado ao Congresso Nacional, estabelecendo a “vedação de supressão, em todo o território nacional, de vegetação nativa para o plantio de palma” e a “vedação de licenciamento ambiental para indústrias que utilizem como insumo palma de óleo cultivada em áreas não indicadas pelo zoneamento agroecológico”. Ou seja, o financiamento só pode ser feito a propriedades que estão dentro desses parâmetros, mas como o projeto de lei não foi aprovado ainda, não é ilegal (apenas imoral e nonsense) derrubar floresta para plantar dendê.

Essa discussão legislativa está presente em reportagem de Verena Glass, aqui da Repórter Brasil, mostrando que apesar das ações da União e de governos estaduais para evitar impactos sociais e ambientais ligados à produção de dendê, problemas já aparecem. Depoimentos colhidos entre trabalhadores da comunidade quilombola de Jambuaçu, no município de Moju, por exemplo, revelam intoxicações com agrotóxicos, contaminações de igarapés e problemas trabalhistas com empresas com empresas envolvidas na produção de dendê. Quilombolas de Concórdia acusaram grandes empresas de pressionar agricultores a vender suas terras, ameaçando com desapropriações por falta de titulação das áreas.

Em tempo: O Zoneamento Agroecológico do Dendê estabeleceu 31,8 milhões de hectares na Amazônia e parte da costa brasileira – do Sul da Bahia ao Rio de Janeiro – como regiões aptas para a produção. O que dá pouco menos de um Maranhão ou um Vietnã de área. O que não é pouca coisa.

Extraído do Blog do Sakamoto




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